Hay gente que cree que ir al dentista es caro. Sin embargo, a la hora de albergar esta idea no se tienen en cuenta dos cuestiones fundamentales: una es que lo que puede ser costoso son los tratamientos para corregir o paliar los daños de un mal cuidado de la boca por parte de los pacientes y, dos, que en las visitas al dentista hay detrás muchos años de estudios y formación continua en nuevos avances, así como inversión de tiempo, tecnología y materiales que se emplean para el diagnóstico y los tratamientos.
Es decir, acudir a la visita del dentista no tiene por qué ser caro. Lo fundamental es llevar una correcta higiene bucodental para evitar daños futuros e ir a la consulta del odontólogo periódicamente para el diagnóstico de cualquier alteración o anomalía para solucionarla antes de que se agrave o sea muy tarde. Por lo tanto, lo que realmente resulta costoso es el descuido, la dejadez o el mal cuidado de la cavidad oral.
Además, si se acude al dentista con frecuencia, se podrían evitar muchas complicaciones derivadas, por ejemplo, de caries no tratadas que pueden llevar a la necesidad de endodoncias, coronas, puentes o implantes.
La dejadez puede llevar a intervenciones costosas
La dejadez de muchas personas puede llevar a la necesidad de intervenciones costosas para paliar los daños. Puede ser precisamente esa percepción de que acudir al dentista sale caro lo que hace que retrasen o eviten las visitas regulares al odontólogo, pero también hay otros factores, como los psicológicos. Hay quienes consideran que los cuidados y/o tratamientos bucodentales son más bien un capricho estético que sanitario. Esto no es así, puesto que la salud bucodental influye en la salud general.
En todo caso, a la hora de valorar si los tratamientos odontológicos son caros o no, hay que tener en cuenta también todos los años de estudios de los dentistas (entre cinco y seis años de carrera universitaria, más entre 1 y 3 años más de especialización), así como su formación continua en nuevos tratamientos, intervenciones, materiales y técnicas innovadoras.
Además, el material que se emplea en la consulta del dentista es muy costoso. Desde el propio sillón en el que se sientan los pacientes, hasta todos los utensilios, esterilizables o desechables, que se usan en una revisión, como, por ejemplo, espejos de exploración, sondas, pinzas, fresas, abrebocas, retractores…. A esta lista, hay que añadir todas las costosas herramientas de diagnóstico por imagen, tanto intraorales como extraorales (equipo de radiología, TAC, etc.).
Tu tratamiento no es un gasto sino una inversión en Salud
A modo de conclusión, cabe resaltar que la boca es un instrumento que está activo todo el día, por lo que su desgaste es elevado. Por lo tanto, su maquinaria necesita revisión continua y, en caso de cualquier problema, reparación inmediata. En cuanto falla algo, se resiente todo su conjunto, por lo que, lo mejor es prevenirlo y solucionarlo para que no vaya a más y se dispare la reparación de la “avería”.
En todo caso, muchos pacientes acaban por comprender que realmente su tratamiento rehabilitador no es precisamente un “gasto”, sino una “inversión” en Salud.