La ortodoncia es un tratamiento cada vez más común. Atrás quedaron los tiempos en los que sólo los niños, para corregir problemas durante o tras la erupción de los dientes definitivos, eran los únicos que lucían dispositivos correctores en los dientes. Ahora, los adultos e, incluso, las personas de avanzada edad también se animan a este tipo de procedimientos, por estética o por salud.
Dentro de la amplia gama de dispositivos correctores que se emplean en odontología, se pueden diferenciar dos grandes grupos: los ortopédicos –que actúan sobre los huesos para corregir problemas en la mandíbula, por ejemplo– y los que funcionan directamente sobre los dientes. En este segundo grupo, cabe destacar entre los más utilizados, los brackets.
Pero entre estos dispositivos de corrección de la dentadura, también hay diferentes clases. Aunque todos cumplen las mismas funciones técnicas –colocar los dientes en una posición correcta para que la masticación sea adecuada, facilitar una mejor higiene dental con el alineamiento dental y embellecer la sonrisa–, cada uno tiene unas características específicas que es importante conocer a la hora de optar por uno u otro.
Los principales tipos de brackets son:
Brackets metálicos
Hechos de acero inoxidable, son los que se han utilizado más a lo largo de los años y cuentan con un gran reconocimiento a nivel internacional.
Entre las ventajas de estos brackets están:
- Son los más económicos.
- Sus materiales son más resistentes y duran más.
- Se adhieren mejor a los dientes.
- Surgen menos problemas con este tipo de dispositivos si se mantiene una buena higiene y se tiene cuidado con la alimentación. Por ejemplo, se recomienda evitar carnes fibrosas y alimentos pegajosos o crujientes que dejen muchos restos.
Sin embargo, también tienen algún inconveniente:
- Son menos estéticos, ya que el acero inoxidable del que están hechos los hace muy visibles, a pesar de que en la actualidad son más pequeños que antes.
- Pueden producir algún raspado de las encías y la parte interna de la cavidad bucal. Se desaconseja el consumo de cítricos, comida picante y alimentos rugosos, como el pan, que pueden entorpecer el curado de estas llagas.
Brackets estéticos
Se les denomina así porque afean menos la sonrisa que los metálicos, al estar fabricados con materiales que los disimulan o los hacen casi invisibles.
En líneas generales, se habla de dos tipos de brackets estéticos:
- De porcelana: los brackets hechos de porcelana se asemejan al color de los dientes, además de que son mates, por lo que no generan llamativos destellos ni reflejos.
- De zafiro: al ser transparentes, son los que pasan más desapercibidos.
En el caso de los brackets estéticos, las ventajas son:
- No afean tanto la sonrisa al notarse menos.
- Raspan menos los entornos carnosos de la cavidad oral.
- Sus materiales no suelen producir alergias.
- Están hechos de materiales bastante resistentes, como el cristal de zafiro.
Y los inconvenientes:
- Son ligeramente más grandes que los metálicos.
- Las ligas de los brackets de porcelana pueden amarillearse con el tiempo; aunque pueden cambiarse con frecuencia porque sus precios son muy competitivos. De todas formas, para evitar este problema es recomendable no consumir bebidas gaseosas de cola, café, té o vino tinto que tienden a tintarlas. Además, hay que llevar más estrictamente una correcta higiene bucodental.
- El tratamiento con brackets de porcelana puede durar algo más de tiempo, aunque al final se consiguen los mismos resutlados.
- Los brackets de zafiro, y los estéticos en general, tienen precios más elevados que los metálicos.
Así que, vistas sus características, en el momento de la elección de los dispositivos a utilizar, además del problema o los trastornos a corregir, habrá que poner en la balanza las cuestiones económicas, higiénicas, de tiempo y estéticas. Ahora que ya conoces las diferencias de los distintos tipos de brackets, consulta con tu dentista cuál es el más adecuado para ti.