Todos queremos tener una sonrisa blanca nuclear. Pero es algo casi imposible porque los dientes no son de un color blanco puro, sino de un tono marfil. En todo caso, no se pueden blanquear los dientes con tratamientos en casa sin supervisión de un profesional. Para ahorrar dinero y evitar las visitas al dentista, se está extendiendo el uso del carbón activado para intentar blanquear la sonrisa. Es un método poco eficaz y cuyo uso prolongado puede traer problemas.
Lo primero de todo es saber en qué consiste. El carbón activado o carbón activo es un fino polvo oscuro, poroso e inoloro. Se fabrica calentando materiales ricos en carbón, como madera, turba o cáscaras de coco, a temperaturas muy elevadas; de forma que se desarrollan muchos espacios internos o poros en el material resultante. Sus poros pueden atrapar sustancias químicas, por lo que tiene diversos usos, también en medicina.
Esta sustancia utilizada en medicina para el tratamiento de intoxicaciones agudas, lleva un tiempo empleándose o publicitándose como blanqueador dental. Aunque tiene leves efectos blanqueantes, el balance de sus efectos es más negativo que positivo. El caso es que su acción blanqueante es superficial, pudiendo eliminar manchas de café o tabaco, por ejemplo, pero no otras más profundas, al tiempo que resulta dañino para el esmalte de los dientes.
El carbón activo tiene un efecto abrasivo en el esmalte
Su efecto abrasivo y su uso de manera continuada hace que el esmalte de los dientes se desgaste, con las consecuencias que eso conlleva:
- Recesión de las encías
- Aumento de la sensibilidad dental, por la menor protección de los nervios de los dientes
- Irritación
Esta práctica no solo puede resultar dañina para los dientes, sino que es posible que produzca el efecto contrario al deseado: oscurecer las piezas dentales. Conforme la capa de esmalte se va deteriorando, desgastando y haciéndose más fina, queda a la vista la dentina, que es más amarillenta que el esmalte. Por lo tanto, la sonrisa será menos blanca que antes.
En cuanto a las pastas dentales que poseen carbón activado, no suelen llevar flúor, por lo que no garantizan una correcta higiene bucodental. Así, resulta arriesgado cambiar un dentífrico con flúor por una pasta con carbón activado para asegurarse una buena higiene dental, la cual es fundamental para mantener unos dientes sanos, evitar su deterioro e, incluso, ralentizar su oscurecimiento.
En todo caso, existen tratamientos de blanqueamiento de dientes, pero son procesos sanitarios que deben realizar los dentistas. Además, requieren una evaluación previa para descartar cualquier patología que desaconsejara un blanqueamiento, como la presencia de caries o problemas de encías.