El frenillo bucal, tanto el labial (superior e inferior) como el lingual, es un tejido fibroso conectivo importante en la salud de la cavidad oral al controlar los movimientos de los labios y la lengua y mantener los tejidos en su lugar. Su longitud, grosor y elasticidad son diferentes en cada persona.
Hay ocasiones en que estas bandas de tejido presentan alteraciones que hay que solucionar, pero no siempre el tratamiento pasa por la intervención quirúrgica. Cada caso necesita la evaluación de un especialista y, si se determina la necesidad de algún tipo de cirugía, debe hacerla un profesional con los medios requeridos.
La malformación más común y la que más suele preocupar a los padres es en el frenillo lingual. Suele suceder que este pliegue vertical de mucosa es más corto de lo normal; es decir, se une a la lengua en un sitio más adelantado de lo habitual (anquiloglosia).
Esta alteración genera una serie de dificultades en:
- La alimentación: resulta más costoso para los bebés realizar la succión para extraer la leche. No obstante, es posible que el instinto natural de los bebés pueda compensar esta traba con otras técnicas para sacar la leche de la mama. Es decir, que los propios bebés consigan la forma de succionar y obtener la leche materna.
- El habla: los niños con frenillo corto pueden tener dificultades para pronunciar las consonantes que necesitan el contacto de la lengua con el paladar, como la ‘r’, la ‘l’, la ‘d’, la ‘t’ y la ‘n’. Sin embargo, también es posible que los niños se adapten a esta dificultad y consigan pronunciarlas de manera aceptable sin que entrañe problemas en su vida diaria.
- Heridas: el roce continuo del frenillo con los dientes inferiores puede generar alguna herida o incluso el desgarro del propio tejido conectivo.
Aunque el frenillo lingual más corto puede llevar a este tipo de estos problemas o dificultades, no siempre es necesaria una intervención quirúrgica y hay ocasiones en las que los niños pueden compensar esas adversidades por sí mismos o con ayuda, bien a asesores de lactancia o gracias a logopedas.
La intervención quirúrgica, según cada caso
Por lo tanto, no se puede generalizar sobre si hay o no que realizar una intervención quirúrgica en casos de anquiloglosia. Debe ser el especialista el que determine el tratamiento a seguir. Los procedimientos quirúrgicos contra la lengua anclada pueden hacerse tanto a bebés, como a niños o adultos.
Pueden ser:
- Frenotomía: con un bisturí o unas tijeras para cortar el frenillo, el médico libera el frenillo. Puede realizarse con o sin anestesia en el hospital o en la consulta del especialista. Se trata de un procedimiento rápido y sin apenas molestias porque el frenillo tiene muy pocas terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos. Se puede alimentar al bebé tras este procedimiento. Pero, como en toda intervención, pueden darse algunas complicaciones, como sangrado excesivo o infección; daño en la lengua o en las glándulas salivales, así como la formación de cicatrices o que el frenillo vuelva a unirse a la base de la lengua.
- Frenuloplastia: en los casos graves en los que no es posible practicar una frenotomía, el especialista puede recomendar un procedimiento más exhaustivo. Se trata de la frenuloplastia, que se aconseja cuando es necesaria una reparación adicional o en los casos en los que el frenillo es muy grueso para hacer una frenotomía. Para ello, se utilizan anestesia general e instrumentos quirúrgicos. Generalmente, se emplean puntos de sutura para cerrar la herida. Las posibles complicaciones son las mismas que con la frenotomía: sangrado, infección y daño en la lengua o las glándulas salivales. También hay posibilidad de que queden cicatrices y los pacientes sufran algún tipo de reacción a la anestesia. Además, es una intervención que suele conllevar la necesidad de ejercicios post-quirúrgicos para mejorar el movimiento lingual y reducir la posibilidades de que se formen cicatrices.
Los frenillos labiales también pueden presentar alteraciones
Los frenillos labiales también pueden presentar malformaciones. Las más comunes son:
- Hipertrofia: sucede cuando el frenillo superior está super desarrollado y se une a la parte central del paladar tras los dientes. Es un problema detectable a partir de los 2 años. Con el crecimiento del niño, suele solucionarse, a medida que el hueso se desarrolla y el frenillo se desplaza hacia la encía hasta perder su unión con el paladar. Si no se produce esta corrección natural, habrá que recurrir al especialista.
- Inflamación: el frenillo labial puede inflamarse a causa de una hipertrofia o de que el frenillo es demasiado corto. Esta alteración suele limitar el movimiento del labio superior (o inferior, si se produjera en el de abajo). Por la presencia de inflamación en el frenillo, el odontólogo tendrá que revisar si la salud de las encías es buena.
- Demasiado espacio entre los dientes incisivos (diastema interincisal): cuando el frenillo es más grande de lo normal, se suele producir un abultamiento entre los dos dientes incisivos del centro. Esto impide que se junten tras su erupción, dando lugar a un espacio (diastema) entre los dientes de entre 1 y 6 milímetros o más.
- Habla: igual que en el frenillo lingual, las anomalías en el labial pueden generar dificultados para vocalizar consonantes como la ‘p’, la ‘b’ o la ‘m’.
- Respiración: puede haber problemas para respirar por la nariz y, por tanto, tener que hacerlo por la boca; con consecuencias como caries, apiñamiento de dientes, bruxismo, maloclusión…
- Higiene dental: se dan algunos casos en los que cualquier anomalía o inflamación en el frenillo labial entorpece la higiene dental y el acceso a todas las partes de la boca.
- Rotura: puede suceder que el frenillo se rompa por un golpe o una caída, algo bastante común en la infancia. No obstante, se trata de una lesión poco problemática. El frenillo labial suele regenerarse de manera natural rápidamente.
Por tanto, igual que sucede con las malformaciones en el frenillo lingual, un profesional debe evaluar, diagnosticar y recomendar el tratamiento que proceda en cada caso de alteraciones en los frenillos labiales (superior e inferior).