EL COLOR DE LOS DIENTES DEPENDE DE LA DENTINA

Dentina

Cada persona tiene un color de dientes diferente, que viene determinado genéticamente. Igual que el color de los ojos, del pelo o de la piel. El tono de los dientes viene definido por el color de la dentina y el grosor y la calidad del esmalte.

Como el esmalte de los dientes es translúcido, es el tono de la dentina –la siguiente parte de las piezas dentales tras el esmalte– el que hace que los dientes tengan un tono más blanquecino, amarillento u oscuro (marrón o grisáceo). 

Así, según el grosor y la calidad del esmalte, se verá más o menos el tono de la dentina. Por su parte, la dentina tiene un tono amarillento y en función de su grosor y calidad es más o menos amarillenta.

Además, cada pieza dental puede presentar un tono diferente. Por ejemplo, los caninos son piezas más gruesas, por lo que su tonalidad tiende a ser más oscura. De igual modo, una misma pieza dental puede tener varias tonalidades: suele ser más clara en la zona incisal y más oscura en el área próxima a la encía (cervical). 

Sin embargo, los dientes pueden también decolorarse o tener manchas por las siguientes causas:

Intrínsecas

Las causas intrínsecas son aquellas producen durante la formación de los dientes antes de su erupción, cuando la estructura interna del diente (dentina) se oscurece o adquiere un tinte amarillento. Suele ser por:

  • Exposición excesiva al flúor durante la primera infancia (fluorosis)
  • El uso de un tipo de medicamentos antibióticos (tetraciclinas) durante el embarazo de la madre o hasta los 7 años del niño
  • La aparición de manchas blancas congénitas (hipoplasias de esmalte)

También pueden surgir manchas tras la erupción de los dientes por golpes o fracturas. Finalmente, con el tiempo, la dentina se amarillea, aumenta su grosor, y el esmalte que cubre los dientes va adelgazando con la edad, lo que provoca que se vea más la dentina. Así que el envejecimiento también hace que los dientes se oscurezcan. 

Además, hay ciertas patologías, dentales y de otro tipo, que se manifiestan con alteraciones del color de los dientes o manchas. Por ejemplo, la necrosis pulpar del diente hace que éste se vuelva gris o azulado. Las afecciones del hígado pueden provocar manchas verdosas en los dientes, sobre todo en la etapa de desarrollo de los mismos. Hay alteraciones en la hemoglobina que llevan a una coloración rosácea o violácea de la superficie dental. 

Extrínsecas

Es la situación que se da cuando el esmalte se tiñe por factores externos. El vino, el café, los refrescos de cola, el té, el tabaco y una sustancia empleada como antiséptico en colutorios y pastas de dientes (clorhexidina) son los principales agentes pigmentantes. La falta de higiene también oscurece el tono de la dentadura y es un factor de riesgo para la aparición de manchas.

Cómo cuidar el color de los dientes

Como hemos dicho, el tono de la dentadura viene determinado genéticamente. Pero hay una serie de medidas que se pueden seguir para cuidar ese tono y que no se manche u oscurezca:

  • Evita el consumo de sustancias que tiñen o dañan el esmalte. Si los consumes, es aconsejable lavarse los dientes después.
  • Realiza una correcta higiene bucodental a diario. Hay que lavarse los dientes especialmente después de cada comida y como mínimo tres veces al día. La técnica del cepillado también debe ser adecuada, en movimientos circulares del cepillo y cerca de la encía, para evitar la acumulación de placa. También es recomendable el uso de seda o hilo dental, así como de cepillos interdentales.
  • Ve al dentista para una limpieza profesional anual. De esta forma, el dentista puede hacer un seguimiento del color de tus dientes y detectar cualquier anomalía, además de ayudarte a conservar el tono de tus dientes.
  • Puedes someterte a un blanqueamiento dental profesional, que suele ser muy efectivo sobre las manchas extrínsecas o superficiales.

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