Tener una bonita sonrisa es un deseo bastante común. Por ello, muchas personas buscan la ayuda de los odontólogos. Mejorar la posición de los dientes, blanquearlos, corregir ausencias de piezas dentales… Son muchas las posibilidades para conseguir esa sonrisa de anuncio que todos queremos. Pero cuando esa sonrisa perfecta ya existe y el paciente no lo ve así, hay un problema. Se llama dismorfia dental. Es un trastorno obsesivo y casi irracional con la apariencia de la boca.
Aunque no es muy común, las personas que lo padecen pueden sufrir incluso angustia ante cualquier defecto visible de sus dientes y/o encías. Los pacientes pueden llegar a gastar mucho dinero en tratamientos que no necesitan. Y es que someterse a tratamientos dentales innecesarios sin sufrir la patología que corrigen es perjudicial para la salud oral.
Reconocer la dismorfia dental
Por lo tanto, es importante reconocer la dismorfia dental y frenarla, buscando ayuda o derivando a la persona a un especialista. Algunas señales que indican la presencia de trastorno dismórfico son:
- Angustia por un defecto físico menor
- Comportamiento excesivo en relación al defecto
- Creer que los demás te tratan de manera diferente por ese defecto
- Pedir un tratamiento innecesario o excesivo para solucionarlo
- Insatisfacción irreal con los resultados de los tratamientos y procedimientos, o incapacidad para verbalizar las expectativas
- Una vez finalizado el tratamiento, los pacientes con esta obsesión suelen sentir la necesidad de necesitar otro.
La obsesión de tener dientes blancos, peligrosa
Relacionadas con esta patología o similares a ella, existen otras obsesiones, como la blancorexia, que es la obsesión por tener los dientes perfectamente blancos. Quienes la padecen se someten a tratamientos continuos de blanqueamiento dental. Esto puede provocar un aumento de la sensibilidad dental, tanto en las piezas dentales como en las encías. A su vez, ello puede conllevar a la necesidad de someterse a tratamientos para la sensibilidad dental.
También hay quienes se someten a tratamientos blanqueadores en casa, lo cual es más peligroso todavía. Además de la sensibilidad dental, el uso de sustancias blanqueadoras sin la supervisión de un profesional puede generar problemas como irritación de las encías, gingivitis, alteraciones en la percepción del sabor, pérdida o desmineralización del esmalte dental, necrosis pulpar e, incluso, pérdida del diente.
Los dientes sanos no son absolutamente blancos, hay infinidad de tonalidades en los dientes. Con la higiene y los cuidados correctos y, en caso de necesidad, un tratamiento de blanqueamiento dental a cargo de un odontólogo profesional, es posible mejorar el color de la dentadura. Pero todo tiene un límite.
Desencadenantes de la obsesión por la perfección dental
Estas obsesiones por la perfección dental pueden estar desencadenadas por diferentes motivos. Sólo un especialista puede diagnosticar los motivos psicológicos detrás de estos trastornos. No obstante, hay algunas causas identificables que pueden estar contribuyendo a la obsesión enfermiza de tener una sonrisa perfecta. Entre ellas, cabe destacar:
- Las redes sociales: son un escenario donde las personas que encajan con los patrones de belleza triunfan por encima de todo. La perfección ficticia que se muestra en ellas, mediante el uso de filtros que mejoran la imagen y el aspecto personal y trucos para estar de diez, puede llevar también a querer ir más allá y buscar tratamientos médicos para mejorar la estética, la dental también.
- La publicidad continua de productos milagro sobre blanqueamiento dental, sin supervisión profesional, puede llevar a banalizar la importancia de que el tratamiento lo realice un odontólogo.
- El deseo de imitar a personalidades famosas, gran parte de ellas con sonrisas perfectas.
- La desinformación sobre el peligro para la salud bucodental de someterse a tratamientos odontológicos sin necesidad.
Por lo tanto, es importante tener una sonrisa sana gracias una buena higiene dental. Y, si es necesario, someterse a un tratamiento para corregir problemas o imperfecciones. No obstante, siempre hay que ser realistas acerca de la meta a alcanzar, sobre todo en lo relativo al blanqueamiento. Además, es importante confiar en tu odontólogo y en los tratamientos que considere que son necesarios en cada caso.
Estoy sufriendo de este padecimiento no me gusta mi sonrisa ningún tratamiento es satisfactorio para mi. Me veo mal. Que puedo hacer.
Luz, muchas gracias por escribirnos. Lo mejor es que hables con tu médico de cabecera y le cuentes tu problema, él sabrá ayudarte. No debemos obsesionarnos con nuestro aspecto, lo que nos debe de preocupar es la salud. En nuestra clínica promovemos buenos hábitos alimenticios, acudir al menos dos veces al año al dentista y una buena higiene dental para prevenir enfermedades bucodentales. Lo más importantes es nuestro bienestar y los tratamientos deben ir enfocados a mejorar nuestra salud dental.
Hola,
A mí me pasa algo parecido. En mi caso tengo una carilla en un diente porque se me rompió de pequeña. A lo largo de mi vida me la he cambiado varias veces ( en alguna se me veía la parte superior un poco negra porque translucía el resto de diente que tenía debajo) pero recientemente me lo han vuelto a cambiar. Dicen que es difícil encontrar mi tono y el diente no es exactamente igual que el resto de dientes. Esto me crea mucha angustia e inseguridad y no sé como lidiar con ello. Agradezco sus consejos
Hola, muchas gracias por escribirnos. El resultado final dependerá de si la carilla es de cerámica, zirconio, etc, o si es de composite. Las segundas son más sencillas y económicas pero el resultado estético siempre será más difícil de conseguir. En todo caso lo más complicado en estética dental es igualar en color un incisivo central (entiendo que lo es) con el contralateral (el del otro lado). El proceso de elaboración de la cerámica es muy delicado y conseguir la traslucidez y la combinación de colores exacta siempre es un desafío para el profesional y el técnico de laboratorio. Hay ocasiones, si el color es muy difícil de igualar, en que la única solución es colocar otra carilla en el incisivo contralateral.